La tecnología moderna y el nuevo Prometeo
Al consolidarse la ciencia y la tecnología de la alta Modernidad se sentaron las bases de lo que en el siglo XX, tras un acelerado ciclo evolutivo en los siglos XVIII y XIX, será conocido como el “mundo tecnológico”, que a decir del profesor e investigador mexicano Jorge Linares, posee las siguientes características:
El entorno en el que vivimos ahora es, por primera vez, un mundo tecnológico; ya no vivimos en definitiva dentro de la naturaleza, sino en una tecnoesfera rodeada de la biosfera. Este factum histórico es el resultado de la expansión del poder tecnológico y de los alcances extraordinarios del ser humano de acción.1
Ese poder tecnológico que la Modernidad desencadenó ha sido motivo de
diversos debates, horrores metafísicos, reflexiones intelectuales y
preocupaciones filosóficas de la más variada especie; todas con el
elemento común de ponernos en alerta sobre las insospechadas
posibilidades que nuestras jóvenes habilidades científicas y
tecnológicas pueden engendrar (jóvenes en el marco del tiempo de vida
del hombre en la Tierra, se entiende). Esa cualidad ha reavivado en la
mente moderna y posmoderna las claves centrales del Mito de Prometeo.
Platón, en su personalísima versión del Mito lo narra así: En los
albores de los tiempos, los dioses decidieron hacer la naturaleza y todo
lo que en ella se aloja. Zeus, el dios mayor, encargó a Epimeteo, dios
menor, esta labor, y así se puso Epimeteo a dotar a todo cuanto existe
en la naturaleza con sus cualidades conocidas: “Ahora bien, como
Epimeteo no era del todo sabio, se le escapó que había acabado con todas
las capacidades en los seres carentes de razón; pero le quedaba aún sin
preparar la especie humana, y estaba en un apuro de qué hacer. Estando
en apuros llega a él Prometeo para examinar el reparto, y ve a todos los
demás seres vivos cuidadosamente provistos de todo, pero al hombre
desnudo, sin zapatos, al descubierto y sin armas… Así pues, sin saber
qué salvación podía encontrar para el hombre, Prometeo roba a Hefesto y a
Atenea la sabiduría artesanal junto con el fuego, pues era imposible
que sin el fuego esa sabiduría pudiera adquirirse o ser útil a alguien, y
de tal suerte la regala al hombre. De ese modo, el hombre obtuvo la
sabiduría para sobrevivir… y obtiene el bienestar de la vida, pero a
Prometeo, lo alcanzó más tarde el castigo por el robo”.2En la tradición occidental, que ha interpretado el mito desde épocas remotas, se ha establecido que el fuego robado por Prometeo y devuelto a los hombres significa la sabiduría divina que llega a manos de los mortales; una esencia de vida y protección que estaba bajo el resguardo del gran dios y que es sustraída, en un acto de rebeldía, para ser otorgada a las más imperfecta de sus creaturas. La Modernidad vio prontamente el paralelismo entre el mito prometeico y las posibilidades que la ciencia y la tecnológica poscartesianas y posgalileanas traían consigo.
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